
Baní posee una historia rica que merece ser contada.
Baní, Peravia.– A poco más de una hora al suroeste de Santo Domingo, se encuentra una ciudad que combina historia, cultura y desarrollo, enriquecida por la calidez de su gente.
El primer ayuntamiento de Baní fue constituido en el año 1810. A pesar de las invasiones del oeste, de los filibusteros y de la constante lucha contra la sequía, el caserío —que ya existía disperso en el valle desde aproximadamente 1740— fue creciendo. Los fundadores, dedicados a la crianza de ganado, compraron una porción de terreno a los condueños del hato de Cerro Gordo. El contrato de venta se firmó el 3 de marzo de 1764, fecha reconocida oficialmente como la fundación de Baní.
Conocida como “la capital del sur”, Baní ha sido una tierra fértil tanto en sentido literal como simbólico. Sus campos han sustentado la agricultura dominicana por generaciones, y su gente ha realizado aportes significativos en la política, la literatura, el arte, la historia, el magisterio y el periodismo. Figuras como Máximo Gómez, Luis Marcano, José Valera y Álvarez, y Juan Tejeda Valera han enaltecido el nombre de su patria incluso en tierras extranjeras. Los dos últimos alcanzaron altos rangos en la política y el ejército de la Madre Patria.
Asimismo, Baní ha dado a la nación cuatro presidentes: Manuel de Regla Mora, José María Cabral, Eladio Victoria y Francisco Gregorio Billini. Este último fue un hombre polifacético, autor de la novela Engracia y Antoñita, considerada una obra maestra del género. A esta lista se suman nombres ilustres como Marcos A. Cabral, María Natividad Garay, Melchor Cabral, Encarnación Echavarría Vilaseca de Delmonte, José A. Billini, Canela Mota, Nicolás Heredia, Fabio F. Herrera, Joaquín y Santiago Incháustegui, Pedro Valverde y Lara, Marino Miniño, Francisco del Castillo Márquez, entre muchos otros. Desde Luis José Peguero en 1762 hasta Rafael Herrera Cabral y Héctor Incháustegui, la historia de Baní está repleta de ciudadanos ilustres.
La común de Baní fue elevada a esa categoría el 1 de enero de 1945, como cabecera de la entonces provincia Trujillo Valdez.
“La ciudad está situada en una llanura, rodeada de montañas y colinas por tres de sus lados y abierta al mar por el sur. Digno es de contemplar, el espectáculo que presenta el anfiteatro de montañas que circundan a Baní. Sobre el fondo montañoso del norte, destaca la proyección del caserío y en primer término se ve la estructura del stádium municipal, con capacidad para tres mil espectadores.” Así la describió Fabio Herrera hijo en 1948.
Pero Baní no vive sólo de su pasado. Hoy es un activo centro agroindustrial, reconocido por su producción de mangos, dulces y sal, así como por su característica hospitalidad. La vida cultural también se mantiene vibrante gracias a festivales, ferias y espacios como el Centro Cultural Perelló, donde se conjugan la tradición y la innovación.
Baní no es solo un punto geográfico: es una comunidad viva, rica en valores, con una identidad que honra su historia y avanza con paso firme hacia el futuro. Es un lugar donde la sencillez y el orgullo se entrelazan para seguir construyendo una ciudad de esperanza y progreso.